Hace poco tuve la oportunidad de charlar con una clienta que vive en una casa que reformé para ella hace año y medio. Un periodista del diario Las Provincias quiso hacernos una entrevista conjunta (que puedes leer aquí) y fue la ocasión perfecta para escuchar de primera mano cómo se siente Mavi en su nuevo hogar. Spoiler alert: me encantó todo lo que contó.

Primero, déjame aclararte algo: el minimalismo clásico no es solo poner cuatro cosas bonitas en un espacio despejado. No, no. Va mucho más allá. Es un estilo de vida, un baile con el orden, la funcionalidad, la luz y lo que yo llamo «atemporalidad». Me gusta imaginar que es como si tu casa te diera un abrazo cada vez que entras por la puerta.
Mi clienta, Mavi, tenía una casa grande, pero un día decidió que quería algo más pequeño y acogedor. ¿Y qué hizo? Pues contrató a una diseñadora increíblemente talentosa (¡yo, claro!) para que la ayudara a transformar su nuevo hogar. Aunque su actual casa tiene la mitad de tamaño que la de antes, nunca ha echado de menos la antigua. En su nuevo hogar cada rincón se utiliza al máximo y cada objeto tiene su lugar.
Te voy a contar algo: el orden en una casa minimalista clásica no es algo que se hace por hacer. Es un hábito, una parte integral de la vida diaria. Al principio, mi clienta no estaba acostumbrada a vivir en un espacio tan ordenado, pero ahora no puede imaginarlo de otra manera. ¿Y sabes qué? Eso libera un montón de espacio, tanto en casa como en la cabeza.

Lo más gracioso es que cuando las amigas de Mavi vienen a visitarla, siempre le preguntan si realmente cocina en su cocina, porque todo está tan de revista que parece que no se usa. ¡Pero ella les asegura que sí, que hasta hace lentejas y pucheros! Esto para mí es la mejor señal de que un hogar minimalista puede ser tan funcional como bonito. No es un museo, es un lugar para vivir. Y ese es el objetivo que yo persigo en cada proyecto.
Por supuesto, sin olvidarnos nunca de otros dos elementos que para mí son igual de fundamentales: la luz y la atemporalidad. La luz puede hacer maravillas, dándole vida y calidez a cualquier espacio. Y la atemporalidad, bueno, esa es la magia que permite que mis diseños no pasen de moda y mantenga su encanto año tras año. Porque si tu casa te enamora no quiero que tengas que cambiarla cuando se acabe la tendencia en vigor.
Así que aquí está el secreto: el minimalismo clásico no es algo que se crea, es algo que se vive. Es la forma en que interactuamos con nuestro espacio, es cómo lo sentimos y cómo nos hace sentir. Es una forma de vida que nos hace disfrutar de cada rincón de nuestro hogar. El caso de Mavi es el mejor testimonio de ello.